Angélica Yetsey Torrini León, conocida como Angie Miller y pareja del cantante B-King, permanece desaparecida desde el 23 de septiembre, después de que fueran encontrados los cuerpos del artista y Regio Clown en Cocotitlán, Estado de México. La FGJCDMX y la Comisión de Búsqueda de la CDMX mantienen la alerta mientras investigan su paradero y posibles vínculos con los homicidios.
La Concordia en Iztapalapa: 38 accidentes en seis años
La tragedia del 10 de septiembre de 2025 en el distribuidor vial La Concordia, donde explotó una pipa de gas de la empresa Silza y murieron 30 personas, no fue un hecho aislado: se trató de un desastre anunciado. De acuerdo con registros de la Secretaría de Movilidad revisados por EMEEQUIS, en ese punto ocurrieron 38 accidentes entre 2018 y 2023, incluidos derrapes, choques y volcaduras. Vecinos y trabajadores de la zona advierten que la curva donde volcó la pipa es especialmente peligrosa, pues arrastra a los vehículos pesados.
Angélica Yetsey Torrini León, conocida como Angie Miller y pareja del cantante B-King, permanece desaparecida desde el 23 de septiembre, después de que fueran encontrados los cuerpos del artista y Regio Clown en Cocotitlán, Estado de México. La FGJCDMX y la Comisión de Búsqueda de la CDMX mantienen la alerta mientras investigan su paradero y posibles vínculos con los homicidios.
Por Maricarmen Gutiérrez Romero y Miguel Ángel Teposteco Rodríguez
EMEEQUIS.- Los árboles cambiaron de color sobre los camellones; parecen migas de metal oxidado, flotando entre los veloces coches de Santa Marta. Eran verdes, antes de que el fuego convirtiera las hojas en piezas rojizas, a veces parecidas al cobre. Son las plantas que recuerdan que una masa de gas blanco, como el de las nubes del cielo en los días soleados, se expandió por esos pastos un 10 de septiembre de 2025. El gas licuado provenía de una pipa de la marca Silza, que se estrelló contra un muro de contención del distribuidor vial La Concordia. En esos segundos, las personas que cruzaban con sus autos, que caminaban por los puentes peatonales, trabajaban en los alrededores, o que, incluso, descansaban bajo los puentes, se vieron rodeados por millones de partículas gaseosas que parecían algodón.
Pero una chispa encendió el fuego, y la piel que estaba pegada a los músculos cedió en decenas de cuerpos, que vagaron buscando agua, mientras dejaban rastros de sí mismos a cuestas. Heridas rojas, blancas, negruzcas. Como una bomba atómica, como un ataque con misil, como un bombardeo. Había un zapato quemado con rastros de piel; un celular chamuscado también.
Días más tarde, a varios metros del lugar de la explosión, un vecino muestra la pintura quemada de la fachada de una casa; y una mancha de piel y sangre que aún se distingue en el asfalto.
UN DESASTRE ANUNCIADO
Estas imágenes de pesadilla, como de postales de escenas apocalípticas, ya se había anunciado, como emisarias de la muerte para una de las zonas más concurridas entre la capital y el Estado de México. En esta ocasión, EMEEQUIS revela el largo historial de accidentes que han ocurrido en el distribuidor vial La Concordia, incluyendo la curva en donde la pipa volcó.
Esto gracias a información de transparencia y el análisis de coordenadas de la ubicación de los accidentes viales a través de registros públicos de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México.
El distribuidor La Concordia es un lugar de alto riesgo para conductores de toda la ciudad, debido a su falta de señalética y diseño complicado que ha provocado varios choques en la zona, incluyendo el de la curva que causó el accidente del pasado 10 de septiembre.

Estas interconexiones conectan tres colonias: Ermita Zaragoza, Lomas de Zaragoza y Rincón de los Reyes (Edomex). Según las cifras analizadas por EMEEQUIS, que corresponden a las más actualizadas que tiene el gobierno de la CDMX, en ese distribuidor vial ocurrieron 38 accidentes viales entre 2018 y 2023. Aunque podría haber un sub-registro, ya que hay accidentes que no son informados a las autoridades o que no ameritan servicios de emergencia.

A decir de los registros obtenidos por esta casa editorial, el distribuidor La Concordia tuvo 2 volcaduras, 15 derrapes, 18 choques y 3 atropellamientos. De estos casos, en un periodo de seis años, sólo uno fue mortal (el 3 de diciembre de 2023), y casualmente ocurrió a unos metros de donde fue la explosión del 10 de septiembre. Durante esos seis años, 6 accidentes ocurrieron en curvas y 7 en desniveles.
Cerca de la curva en la que ocurrió la explosión se registró otro accidente, unos años antes. Ocurrió el 2 de abril de 2023 y dejó 12 heridos, aunque los registros públicos no detallan las circunstancias en las que se dio, se puede intuir que pudo ser una unidad de transporte público o de carga pesada. Y en el mismo trayecto que realizó la pipa que explotó se registró un derrapamiento el 3 de noviembre de 2022, el cual dejó un herido.
Cabe destacar que en los metros inmediatos de donde ocurrió la explosión, tanto en los puentes, como en las curvas, ocurrieron otros ocho accidentes de distintas gravedades.
Del total de 38 accidentes de esos seis años, sólo 1 fue de prioridad alta, 11 de prioridad media y 26 de prioridad baja. En estas cifras se muestra que la vialidad más problemática fue el tramo de la Calzada Ignacio Zaragoza, en donde ocurrieron 23 accidentes; la segunda es la autopista México-Puebla con 15; luego 1 accidente la Avenida México y 7 en el Eje 8 Sur.
Para el gobierno de la Ciudad de México, no es desconocido el número de accidentes de este distribuidor vial. De hecho, esa zona aparece como un punto importante de incidentes, según el Reporte de hechos de tránsito más reciente de la Secretaría de Movilidad.
“LA CURVA COMO QUE LOS JALABA”
Más allá de los números, los accidentes se han hecho notar en la zona. Leonor González los ha presenciado directamente. Ella asiste a los rezos que se organizan sobre el montículo elevado de La Concordia, por la memoria de las víctimas.
Leonor fue trabajadora de limpia de la Ciudad de México, y a sus ojos, el problema del recorrido que hizo la pipa tiene que ver con la curva de La Concordia, y no con los baches. Durante su labor limpiando la zona, le tocó ver en esa curva toda clase de accidentes: motocicletas derrapando y vehículos grandes que “rayaron”, porque estuvieron a nada de estrellarse.
“Entraban (por la curva) los camiones de Coca-Cola que traían dos remolques, luego entraban con dos remolques y ellos tenían que hacerlo despacito, porque si no se pegaban mucho al muro de contención”, explica.
Si entraban rápido, menciona, “sentía la curva como que los jalaba, yo vi dos veces cómo camiones entraban con velocidad, se pegaron mucho al muro de contención y todos se rasparon; yo nada más les hacía señas a los choferes para poder jalar mis cosas, mi carretilla y mi trapeador, y poderme pasar de este lado, porque si no también me iban a llevar a mí”.
“La verdad yo veo que la curva está muy, muy fea; había veces que entraban los muchachos de las motos y ya cuando se oía el trancazo, pues nada más veía que iban arrastrándose con sus motos y que se caían igual. Yo creo que agarraban la curva con mucha velocidad y ya no alcanzaban a maniobrar, se caían”.
Explica que vio hasta dos o tres accidentes de moto en un periodo de dos meses, sin olvidar accidentes de vehículos grandes. Por ejemplo, un camión de maíz y otro de basura: “Hace meses, el año pasado, que todavía estuvimos laborando aquí en esas fechas, se volteó ahí mismo también un camión de basura; igual, al entrar, se volteó el camión y la basura se tiró ahí: tuvimos que ir a levantar todo”.
“La curva yo siento que ya es muy peligrosa, muy cerrada. Y como ellos vienen con mucho peso, pues eso no les ayuda, yo creo que por eso se voltean”.
¿EN QUÉ SE GASTARON 900 MIL PESOS?
El distribuidor vial La Concordia, ubicado en los límites del Estado de México y la Ciudad de México, fue inaugurado a finales de 2007, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto y la administración de Marcelo Ebrard en el entonces Distrito Federal. La obra conecta las calzadas Ignacio Zaragoza y Ermita Iztapalapa con la autopista México–Puebla y la carretera México–Texcoco. Tiene una extensión de 3,737 metros y una capacidad de hasta 9,600 vehículos por hora en cada sentido.
En 2017, el puente sufrió daños considerables a consecuencia del sismo de ese año. Desde entonces, autoridades han anunciado distintos planes de mejora en la zona, sin embargo, cualquiera que transite por ahí, conoce los baches, los puntos inundados o el desgaste que tiene los muros de contención (de los cuales hay amplia evidencia fotográfica). Cada vez que llueve de manera estrepitosa en la zona, el lugar se inunda, haciendo imposible el paso vehicular.
A esto se suman baches que llegan a medir hasta un metro de longitud, algunos, después de la tragedia, desaparecieron.
Previo al reciente incidente que ha cobrado la vida de 30 personas, el 15 de marzo de 2025, la empresa Tepehuani Construcciones, S.A. de C.V. recibió, por adjudicación directa, un contrato de 900 mil pesos para trabajos de conservación y mantenimiento en el circuito de La Concordia.
De acuerdo con documentos en poder de EMEEQUIS, las obras debían iniciar el 19 de marzo de 2025 y concluir el 7 de noviembre del mismo año. Sin embargo, el documento no especifica qué tipo de trabajos de conservación y mantenimiento que se realizarán (o ya se realizaron) en el circuito vial, sobre todo, tomando en cuenta las recientes inundaciones que afectaron la infraestructura.
A través de Google Maps, en imágenes de abril del 2023, se observa cómo parte de los muros de contención ya se encontraban desfasados; los puntos de unión entre cada muro no coincidían y se notaba desde esos tiempos el deterioro del material en puntos que bien podrían tratarse de derrapes previos al accidente.
Además, a más de 200 metros del accidente, no se encuentra ningún letrero que informe a los conductores que existe una curva peligrosa o pronunciada. No hay señalización para disminuir la velocidad, alertar de la situación o prohibir el paso de ciertos vehículos.
La curva es pronunciada y está en subida. Es decir, es un tramo difícil para acelerar, y también para cruzar cuando el transporte es grande, como en el caso de la pipa que explotó, que tenía un largo de 16 metros, solo del tanque, sin contar la cabeza.
Esta no es la primera vez que hay un incendio en el Circuito de La Concordia. En redes sociales hay registros de motociclistas arrollados, vehículos que se han estampado contra el muro de contención o incluso autos incendiados. Como en 2023, cuando, justo en la parte superior donde chocó la pipa, un vehículo particular se incendió. De acuerdo con medios locales, se trataba de una camioneta particular Voyager. El accidente paralizó el tráfico 3 kilómetros.
“NO TE ESPANTES MIJO, ASÍ GRITA LA GENTE”
Doña Sofía es una mujer de la tercera edad. Mide menos de un metro con cincuenta. Ella es una de las vecinas que vivió los momentos más dramáticos después de la explosión. Ayudó con lo que pudo: cobijas, cubetas y agua de casa, pese a los problemas de abasto de la alcaldía. Ese día, recuerda, sintió el calor del fuego y la tierra que se cimbraba.
“Me dio miedo porque oímos cuando se volteó, se oyó el ruido; cuando cayó dijimos ‘¿Ahora qué fue eso?’, entonces, mi hijo dijo que escuchaba cómo si el gas estuviera saliendo, un ruido raro”.
Narra que empezó a sentir como si temblara. Cuando salieron al patio para saber qué había ocurrido, su hijo dijo “No, mamá”, y en ese momento, tras un par de respiros, ocurrió la primera explosión.
—Entonces mi hijo me dijo: “No, mamá, vente, te voy a resguardar con una vecina”, y me llevó a la siguiente calle, a una casa. En la segunda detonación fue cuando salimos y sentimos el calor: las llamas venían hacia acá, por eso quemó todo esto, todo aquello.
Después llegó el horror: los gritos y el rescate desesperado de los sobrevivientes. Algunos los pusieron en la banqueta: “Ahí vi a las personas quemadas; mi hijo, que se iba a ir a trabajar, ya no fue: empezó a ayudar, me dijo: mamá, ahorita voy a ver cómo le hago”.
Empezaron a pedir cobijas. Ella le dijo a su hijo:
—¿Sabes qué? Saca las cobijas que están guardadas, no importa que se pierdan.
“A mí no me interesa lo material, me interesa aportar y ayudar”:
Llegó un muchacho quemado y le dijo: “Ayúdame a sentar”. Mi hijo extendió la cobija para sentarlo, pero no pudo; entonces le dijo: “Mejor acuéstate”. Después, siguieron llegando más quemados y los pusieron ahí. Les preguntaban sus nombres, pero ya estaban inconscientes: “Ya no contestaban”.
Luego empezaron a pedir agua: “Ayúdenos con cubetas, con lo que tengan”. Sacaron las cubetas, las mangueras. Y luego, ante el temor de otra explosión, la gente empezó a gritar.
Doña Sofía le dijo a su hijo una oración para explicar lo que escuchaban, porque era difícil de creer:
—No te espantes, mijo, así grita la gente.
UN INTENTO POR DESMENTIR LO QUE NO ES MENTIRA
El pasado 18 de septiembre, a una semana de la tragedia que marcó a la Ciudad de México, EMEEQUIS reveló en un primer reportaje dos videos que contradecían la versión oficial de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México sobre las causas de la explosión en el Puente de La Concordia.
La fiscal Bertha Alcalde dijo que el accidente fue por exceso de velocidad; sin embargo, los videos de EMEEQUIS mostraban a una pipa a paso lento, pocos segundos antes de la explosión. El chófer, que fue la víctima número 19, ya no se podía defender, pero los materiales podrían ayudar a exonerarlo.
Los videos fueron un escándalo nacional. Tanto que, a través de la sección Detector de Mentiras, la Presidencia de la República intentó desmentirlos. Sin embargo, EMEEQUIS evidenció la falta de pruebas de Palacio Nacional en el texto Presidencia miente en su “desmentido”: videos de EMEEQUIS sobre pipa en Iztapalapa son reales.
UNA TRAGEDIA QUE SE INTENTÓ OCULTAR CON PINTURA
En Santa Marta y el distribuidor de La Concordia, la vida no se detuvo, incluso a un par de días de que el fuego se cobrara la vida de más de dos decenas de personas. No podía pararse, porque por ahí fluye un torrente de vida que rara vez se ha cortado: el de miles de personas de clase baja y media baja que van y vienen entre la ciudad y el Edomex.
Horas después del accidente, y aún sin peritajes, los ejércitos nocturnos del gobierno de Clara Brugada ya peinaban la zona con brigadas de limpieza, pintores de muros y máquinas de bacheo.
Al caminar por el puente La Concordia, días después, se halla el pasto quemado de golpe; pedazos de plástico pequeños, ¿de la explosión?, y también dos ratas muertas, descansando sobre el pasto, cada una a varios metros de distancia. Y lo quemado, la destrucción, en un juego de contrastes contra la pintura fresca, los murales debajo del puente y las ofrendas para los que ya no están.
Y ahí está La Concordia, atravesada por los pilares de concreto que son como estacas sobre la tierra; antes de que caiga la noche, se manifiesta una tarde color azulado que profundiza las sombras y resalta las luces y los fuegos que la gente enciende en las veladoras y celulares. Podrían ser, si uno se distrae, como espíritus brillantes planeando sobre los pastos.
En ese montículo que rodea la curva donde ocurrió la explosión, hay varias flores y fotografías para recordar a los fallecidos: algunas personas en situación de calle, otras que venían en transporte público, estudiantes jóvenes, niños, personas de la tercera edad. Y es ahí donde los vecinos, ninguno de ellos familiares, se reúnen para rezar largamente, creando un sonido que parece un instrumento que entona, en diferentes tiempos, notas graves que contrastan con el aullido incesante de los automóviles que no dejan de cruzar ese entramado de puentes, curvas y carreteras, marcados por el dolor, la tragedia y la indiferencia del poder.