"No es justo que, por la acción de ‘seudo servidores públicos’, se manche la reputación del instituto", afirma la comisionada del INAI sobre el escándalo de la Femexfut.
López Obrador, el retiro y los generales
¿La virtual presidenta en realidad puede estar meditando llamar a AMLO? Hay que estar preparado para ser, pero sobre todo, para dejar de serlo.
"No es justo que, por la acción de ‘seudo servidores públicos’, se manche la reputación del instituto", afirma la comisionada del INAI sobre el escándalo de la Femexfut.
¿Regresará López Obrador? Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Dicharachero, como es, el presidente López Obrador les reveló a los directivos de El Chamuco, que Claudia Sheinbaum fintó con pedirle que asumiera la titularidad de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Una especie de paralelo con lo que ocurrió cuando Manuel Ávila Camacho, siendo presidente de la República, invitó al general Lázaro Cárdenas para encargarse del mando del Ejército en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
Después del hundimiento de los barcos petroleros Potrero de Llano y Faja de oro por submarinos nazis en 1942, el presidente Ávila Camacho solicitó al Congreso las facultades extraordinarias para declarar el Estado de Guerra y fue en ese momento cuando hizo el nombramiento respectivo para Cárdenas, en la idea, además, de consolidar un gobierno de Unidad Nacional.
Nada que ver, por supuesto, con lo que ocurre en la actualidad.
López Obrador señaló que ni siquiera permitió que la propuesta se formalizara, aunque admitió que, en caso de necesidad, volvería para servir a la patria.
¿La virtual presidenta en realidad puede estar meditando algo que de inmediato le restaría fuerza?
Imaginemos que ocurriera algo semejante. Sería inédito por varios factores, en primer lugar, porque implicaría, por primera vez, la llegada de un civil, con semejante cargo.
En los hechos implicaría una suerte de vicepresidencia, debido a la enorme influencia que tienen las Fuerzas Armadas, porque son estratégicas y están encargadas de múltiples tareas que no provienen de lo que expresamente mandata la ley.
¿Cómo lo tomarían los generales? Son institucionales, pero algo tendrían que decir o al menos pensar al respecto.
Para más datos, el entonces exmandatario tendría también el mando directo y operativo sobre la Guardia Nacional y todas las tropas desplegadas para hacer frente a la inseguridad.
El “necesariato” es una de las derivaciones de los caudillos. Sienten que son indispensables y actúan en consecuencia, aunque sus posibilidades reales de seguir mandando desde las sombras dependan de condiciones y coyunturas específicas.
Lo interesante, más allá de las posibilidades concretas de que la próxima presidenta tomara una decisión de ese calibre, es atestiguar que el mandatario saliente no acaba de digerir lo que empezará a ocurrir el 1 de octubre.
Si bien el escenario es peculiar, porque el control y la fuerza del actual mandatario no se había visto en décadas, y porque además ya no operan las reglas que establecían una suerte de monarquía sexenal, parece difícil que puedan subsistir dos poderes.
Hasta ahora, los expresidentes han optado por perfiles más bien bajos, aunque Vicente Fox y Felipe Calderón de tanto en tanto coloquen mensajes en las redes sociales. En la pasada campaña estuvieron activos en respaldo de Xóchitl Gálvez.
Ernesto Zedillo, Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto son más cuidadosos, y sabemos de ellos por alguna conferencia o porque los fotografían en una actividad de carácter social.
De los cinco, cuatro viven fuera de México, es decir, pusieron distancia, del periodo inmediato a su gobierno, pero también de los posteriores.
“Más vale no dar pretextos”, dijo uno de ellos alguna vez, para ejemplificar el papel que deben jugar bajo las reglas no escritas de nuestro sistema.
Felipe González, quien gobernó España y estando ya lejos de sus años en la Moncloa, señaló que los ex son como esos jarrones chinos que nadie sabe dónde colocar.
José López Portillo escribió en “Mis tiempos. Biografía y testimonio político”: “al terminar la ceremonia de Protesta, sólo la estricta cortesía del protocolo evitó una abandonada soledad allá arriba, en el estrado atropelladamente desalojado para seguir al nuevo sol que un día yo también fui y ya no era.”
Y, un consejo práctico: “llegó el tiempo en que la razón tiene que vencer a la inercia vivida con responsabilidad, todavía trabada entre el corazón y el plexo y que angustiaba en mi cambiada realidad. Ya no tenía yo ni qué decir ni qué hacer.”
En resumen, hay que estar preparado para ser, pero sobre todo para dejar de serlo.
@jandradej