Raquel Buenrostro anunció que, tras la desaparición del INAI, sus funciones se dividirán en dos partes: acceso a la información bajo un órgano desconcentrado y protección de datos bajo el Ejecutivo. Aseguró que se mantendrán los derechos de los ciudadanos con un presupuesto reducido
Donald Trump, la teoría de los dos minutos
Estamos ante un Trump revitalizado, para quien los límites, legales y éticos, son todavía más difusos que hace unos años. La impunidad ante sus dichos lo hacen más peligroso.
Raquel Buenrostro anunció que, tras la desaparición del INAI, sus funciones se dividirán en dos partes: acceso a la información bajo un órgano desconcentrado y protección de datos bajo el Ejecutivo. Aseguró que se mantendrán los derechos de los ciudadanos con un presupuesto reducido
Trump y su discurso de campaña con el tema México. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La exageración es parte de la retórica y esta es una de las herramientas de las campañas electorales. Donald Trump la está utilizando contra México, bajo la premisa de que al país “lo administran los cárteles de las drogas” y que estos pueden deponer al presidente “en dos minutos”.
Ninguno de esos extremos se sustenta, pero es evidente que la desidia en el combate al crimen y los desastrosos resultados en seguridad abonan a ese tipo de distorsiones.
Hace algunos años el general Glen VanHerk, jefe del Comando Norte, argumentó que una parte sustancial del territorio, entre 30 y 35 por ciento, era controlado por el crimen organizado. Era 2021 y aquello se calificó de una exageración notable.
Pero lo que sí se confirmó, ese año, fue la participación de los cárteles de las drogas operando electoralmente en Sinaloa, Sonora y Michoacán, cuando menos.
Muchos de los triunfadores en el plano local, sobre todo a nivel municipal, terminan por deberle sus victorias a estos grupos delictivos y por ello les entregan el control de las áreas de seguridad y obra pública.
Este tipo de situaciones, que en otra época habían sido un escándalo, son vistas con normalidad y hasta displicencia, en México, pero la irresponsabilidad aquí tiene un correlato en Estados Unidos que alienta a los sectores más radicales.
Las noticias falsas, o de plano mal intencionadas, abrevan de errores documentados y de estrategias no efectivas.
La percepción termina por convertirse en el filtro por el que se procesan los discursos de la ultraderecha estadounidense y que además confunden problemas y engloban todo en el espectro de lo que para ellos es el riesgo de la migración.
“Vamos a correr a gente muy mala” y vendrán deportaciones masivas, anuncia Trump, a sabiendas de que eso alienta a una parte sustancial del electorado, poco o nada informada y que termina actuando por prejuicios.
Las mentiras son parte esencial del discurso del candidato Republicano y así lo seguirán siendo, el problema es que el contexto ha cambiado desde que dejó la Casa Blanca.
Estamos ante un Trump revitalizado, para quien los límites, legales y éticos, son todavía más difusos que hace unos años. La impunidad de la que goza, a pesar de ser culpable de ocultar recursos de la campaña para pagar un soborno, lo tornan en más peligroso.
El ataque que sufrió, y en el que pudo perder la vida, ha fortalecido su propia mitología. Se cree un elegido de Dios, algo que no es nuevo en los políticos al norte del Río Bravo, pero que ahora cuenta con un relato épico.
Para Trump las normas de comportamiento político son irrelevantes y a estas alturas merecen análisis mucho más audaces para tratar de dilucidar lo que está ocurriendo en una de las democracias más importantes del mundo.
Un primer planteamiento sería el de dilucidar si Trump es un personaje peculiar, acaso irrepetible, del populismo de derecha o una variable que se convertirá en una constante.
Lo segundo es más factible, sobre todo si observamos el deterioro de las democracias y el embate de grupos identitarios y reaccionarios en contra de ellas.
Quizá estemos ante una oleada populista de grandes dimensiones y que puede implicar, con el tiempo, una reformulación sobre los sistemas políticos.
No todo está perdido, porque aún tiene que ganar en noviembre y Kamala Harris, quien será la candidata demócrata, le puede arruinar la fiesta.
Pero México, eso es irremediable, estará en la campaña y por los peores motivos.
De ganar la elección Trump, no serán tiempos buenos, como no lo fueron en su primer mandato, cuando consiguió que la Guardia Nacional fuera utilizada, como aún lo es, para contener migrantes en la frontera con Guatemala y en los hechos significó entrar en una suerte de tercer país seguro.
@jandradej