Mientras congresistas le exigen comparecer, el fiscal tapatío Salvador González de los Santos recibirá a su contraparte en el ámbito federal, Alejandro Gertz Manero, para desentrañar las omisiones de su antecesor, Luis Joaquín Méndez Ruiz, en el caso Teuchitlán.
Infancias y resistencias: la nueva cara de la marcha del 8M en CDMX
No solo hubo más infancias y adolescentes en la marcha del 8M en la CDMX, sino que también se diversificaron las demandas.
Mientras congresistas le exigen comparecer, el fiscal tapatío Salvador González de los Santos recibirá a su contraparte en el ámbito federal, Alejandro Gertz Manero, para desentrañar las omisiones de su antecesor, Luis Joaquín Méndez Ruiz, en el caso Teuchitlán.
En el recorrido hacia el Zócalo, partiendo desde diferentes puntos, las mujeres marchaban con pancartas, tambores y bailes. Fotos: Maricarmen Gutiérrez.
EMEEQUIS.– La marcha de este 8 de marzo se diferenció de otras por la destacada presencia de infancias. A diferencia de otros años, su participación fue más notoria, pero no fue lo único que cambió.
Este año, el gas utilizado por parte de la fuerza pública de la CDMX tenía un tono azul y menor intensidad. Aunque no había policías en las vías transitadas, sí se encontraban detrás de las barricadas.
Desde el mediodía, el Zócalo no paró de llenarse. Manifestantes, en su mayoría mujeres, abarrotaron la plaza exigiendo un alto a la violencia de género y a los feminicidios. La integración de nuevas generaciones y la renovación de las exigencias fueron evidentes. No solo hubo más infancias y adolescentes en la marcha, sino que también se diversificaron las demandas.
No solo asistieron mujeres con sus hijos a manifestarse de manera individual, sino también colectiva. Grupos como “Doñitas Púrpura” denunciaron la violencia vicaria y el abuso infantil. Carteles con mensajes como “A las niñas no se toca”, “Hoy marcho con madre para que ella no tenga que marchar por mí”, “Hoy marcho por todas las niñas que ya no están” y “Camino a casa quiero sentirme segura, no valiente” acompañaban a los menores. En ciertas zonas, estos fueron resguardados con un cordón que impedía el paso hacia ellos, protegido por algunos colectivos conocidos como bloque negro, quienes suelen utilizar la fuerza para manifestarse o responder a amenazas durante la marcha.
En el recorrido hacia el Zócalo, partiendo desde diferentes puntos, las mujeres marchaban con pancartas, tambores y bailes. El contingente de mujeres con discapacidad se hizo presente en la altura de Reforma. Al menos una docena de mujeres en silla de ruedas, con prótesis en las piernas, usando bastón u otros apoyos, se integraron a la protesta exigiendo el respeto a sus derechos.
Incluso una piñata de Cuauhtémoc Blanco apareció en la manifestación. El político morenista enfrenta una denuncia por intento de violación en agravio de su media hermana Fabiola “N”, quien lo acusó en octubre de 2024 ante la Fiscalía de Morelos. Sin embargo, la Cámara de Diputados aplazó su proceso de desafuero
Antes de las 2 de la tarde, en el Monumento a la Revolución, los contingentes se preparaban para salir. Decenas de infancias jugaban en las fuentes del monumento. Otras tantas sostenían carteles exigiendo su derecho a la pensión alimenticia, un alto a la violencia infantil y justicia por feminicidios. También se alistaban performances con instrumentos musicales, coreografías y consignas.
Las calles hacia el Zócalo estaban llenas. Sonora Grill, como desde el año pasado, se mantuvo amurallado con vallas, al igual que varios monumentos y espacios culturales. Sin embargo, las vallas fueron utilizadas como un tendedero de denuncias contra acosadores. Los edificios, esculturas y paredes de Reforma se convirtieron en lienzos de protesta.
La Alameda Central fue utilizada por varios grupos para descansar, comer y tomar agua antes de llegar al Zócalo. Colectivas independientes colocaron carteles en las inmediaciones. Frente a Bellas Artes, activistas exigieron igualdad en los deportes y justicia “por las que ya no volvieron a la cancha”. Más adelante, otro grupo de manifestantes protestaba por los derechos de los animales y pedía sanciones contra las corridas de toros, además de promover el veganismo. Denuncias sobre Clara Brugada encubriendo a Pedro Haces también estaban presentes.
El Zócalo no solo estaba lleno de manifestantes, sino también de comerciantes. A diferencia de otros años, el comercio se hizo presente desde el inicio de la marcha. Se vendían agua, comida, gorras, paliacates, ropa, stickers e incluso peluches en pequeños puestos improvisados.
Las infancias tomaron la plancha del Zócalo para descansar, comer y jugar, mientras que algunos grupos creaban fogatas controladas donde contaban sus historias: mujeres silenciadas que no tuvieron acceso a la justicia, a quienes les quitaron a sus hijos o su hogar.
Algunos contingentes aprovecharon para tomar aire y convivir antes de retirarse, pero pese a la salida de manifestantes el Zócalo continuó lleno.
El bloque negro intentó derribar las vallas, y la policía respondió con un gas menos agresivo que en años anteriores. Los menores que estaban cerca fueron retirados por activistas pues la fuerza pública no diferencia entre adultos e infancias.
Entre cada barricada la separación era prácticamente nula, y los espacios desde donde la policía solía rociar gas lacrimógeno estaban en su mayoría sellados. Aun así, la fuerza pública utilizó humo en ciertos momentos para dispersar a las manifestantes.
Junto al bloque negro se encontraba un grupo de madres en huelga de hambre pidiendo justicia para sus hijas víctimas de feminicidio. Pese a haberse colocado desde el 7 de marzo, hasta el momento de la marcha, no han sido atendidas por el equipo de la presidenta. Personal de limpieza entraba continuamente a la plancha del Zócalo. Sin mencionarlo verbalmente había un recordatorio de que al día siguiente la plaza sería utilizada para un mensaje oficial de la presidenta y debía estar lista.
Además, grupos de hombres veintidós de civiles y con radios monitoreaban la actividad en el Zócalo.
La presidenta Claudia Sheinbaum, el miércoles 5, declaró que las vallas fueron colocadas “únicamente para proteger a las manifestantes y evitar cualquier incendio en la puerta de Palacio Nacional”.
Durante un evento, mencionó: “Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, lo dedicamos a las mujeres indígenas, a nuestros orígenes. Es una responsabilidad ética replantearnos el pasado para transformar las injusticias del presente. Ni un feminicidio más, ni un golpe más, ni un trato ni palabra violenta más; las mujeres tenemos derecho a una vida libre y plena. ¡Vivan las mujeres!”.
Sin embargo, horas después, miles de mujeres coreaban frente a Palacio Nacional: “La policía no me cuida, me cuidan mis amigas. El gobierno no me cuida, me cuidan mis amigas. Claudia no me cuida, me cuidan mis amigas” y “Claudia, renuncia a tu privilegio”, mientras evitaban que algún menor presente pudiera ser alcanzado por el gas usado por la fuerza pública.
En redes sociales se registraron diversos movimientos qué amenazaban con presentarse en la manifestación en un acto de provocación, pero varias Colectivas digitales hicieron pública la identidad de quienes convocaban y los enfrentamientos no ocurrieron.
Las estaciones del metro como Isabel la Católica, Pino Suárez, Revolución y Balderas estaban abarrotadas de personas que entraban y salían, la mayoría retirándose, pero parecía que la plancha del Zócalo no tenía forma de vaciarse.
@MarRome259