La comunidad de Santa Rosa Xochiac, en Álvaro Obregón, ha revitalizado la ancestral tradición de elaborar, desfilar y quemar los shimos —monigotes de cartón de 2–3 m que personifican el mal— gracias al Grupo Cultural “Los de Siempre”, que planifica y construye estas gigantescas figuras cada Semana Santa para reforzar su identidad y cohesión social.
Explosivos, abandono y miedo: el drama silencioso en Tierra Caliente
La región de Tierra Caliente, en Michoacán, vive una creciente crisis de seguridad provocada por el uso de narcominas, el repliegue del Ejército y la Guardia Nacional, y el desplazamiento forzado de cientos de familias. En abril se han registrado al menos siete explosiones con un saldo de cinco muertos y tres heridos, mientras que comunidades como El Terrero y Los Hornos se han convertido en pueblos fantasma
La comunidad de Santa Rosa Xochiac, en Álvaro Obregón, ha revitalizado la ancestral tradición de elaborar, desfilar y quemar los shimos —monigotes de cartón de 2–3 m que personifican el mal— gracias al Grupo Cultural “Los de Siempre”, que planifica y construye estas gigantescas figuras cada Semana Santa para reforzar su identidad y cohesión social.
EMEEQUIS.- La región de Tierra Caliente, en Michoacán, atraviesa una de sus peores crisis de seguridad en años. A los enfrentamientos entre grupos criminales se suma ahora una amenaza silenciosa y mortal: las minas terrestres colocadas por el crimen organizado.
Estas armas improvisadas, conocidas como “narcominas”, han dejado un saldo de al menos cinco muertos y tres heridos solo en abril, mientras que cientos de familias han huido ante la falta de protección oficial.
MINAS EXPLOSIVAS Y DESPLAZAMIENTO FORZADO
El caso más reciente ocurrió el 15 de abril en la comunidad de Lomas de Hoyos, Apatzingán, cuando Josué, un jornalero de 29 años, resultó gravemente herido al detonar una mina mientras trabajaba en una huerta.
Este tipo de artefactos, similares a los utilizados en conflictos armados internacionales, se han vuelto comunes en zonas donde operan facciones como La Nueva Familia Michoacana y el llamado Cártel Michoacán Nueva Generación.
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Los ataques con explosivos no se limitan a las minas: en febrero, una emboscada con drones cargados de explosivos mató a cuatro elementos del Ejército y dejó a otros nueve heridos. Las autoridades reconocen un cambio en las tácticas criminales, cada vez más sofisticadas y letales.
PUEBLOS VACÍOS Y COSECHAS PERDIDAS
La violencia ha tenido un impacto devastador en la vida rural. Localidades como El Terrero, Los Hornos o La Bocanda hoy lucen abandonadas. “Nos fuimos porque nadie nos protegía. Los soldados ya no patrullan y los criminales hacen lo que quieren”, relató un campesino desplazado.
El éxodo forzado ha frenado actividades económicas esenciales, como el cultivo del aguacate o del limón, en una región que históricamente ha sido motor agrícola del estado. El llamado “oro verde”, que se exporta en gran medida a Estados Unidos, también está en riesgo, pues las zonas de producción son ahora campo minado —literalmente— y escenario de enfrentamientos.
OPERATIVOS SIN RESULTADOS CLAROS
Pese a las denuncias, los operativos del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional han disminuido desde finales de 2023. En respuesta, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla anunció la activación de brigadas para desactivar minas y brindar apoyo a las comunidades afectadas. “No vamos a dejarlos solos”, afirmó el mandatario. Sin embargo, en las zonas más golpeadas la percepción es otra: la de un abandono prolongado.
PREOCUPACIÓN MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS
La situación ha llamado la atención del gobierno estadounidense, que recientemente intensificó sanciones contra grupos como La Familia Michoacana. A través del Departamento del Tesoro, se han emitido recompensas para localizar a sus principales líderes, acusados de narcotráfico y violencia sistemática.
Mientras tanto, los testimonios desde Tepalcatepec o Aguililla pintan un panorama desolador. “Ahora no solo tememos una bala perdida. Tememos pisar una mina y no volver a casa”, contó un maestro desplazado.
UN CLAMOR POR ATENCIÓN ESTRUCTURAL
Organizaciones defensoras de derechos humanos y líderes comunitarios insisten en que los operativos militares no bastan. Urgen medidas de largo plazo, con una estrategia que garantice seguridad, justicia y condiciones para el regreso digno de las familias desplazadas.
Por ahora, muchas comunidades siguen convertidas en pueblos fantasmas, con puertas abiertas, animales abandonados y campos que nadie se atreve a pisar. Tierra Caliente no solo enfrenta una oleada de violencia: arrastra una herida que sangra en silencio, sin fecha de cierre. (Con información de Infobae)
@emeequis