“Justicia artificial, no; Inteligencia Artificial, sí”: Arístides, el candidato chicharrón 

Su propuesta combina tecnología, inclusión, transparencia y una visión pedagógica del derecho. Aquí en un recorrido por la Central de Abasto en Iztapalapa.

EMEEQUIS.– En una contienda marcada por la desconfianza ciudadana hacia el Poder Judicial, Arístides Rodrigo Guerrero García, candidato número 48 en la boleta morada, apuesta por acercar la justicia a la gente. 

Su propuesta combina tecnología, inclusión, transparencia y una visión pedagógica del derecho. Excomisionado presidente del INFO de la Ciudad de México y profesor universitario, Guerrero quiere cambiar no sólo el fondo de las sentencias, sino también su forma: propone explicarlas en todos los idiomas posibles y que cualquier persona pueda entenderlas.

“Estoy más preparado que un chicharrón para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Cuento con doctorado, dos maestrías, especialidad en derecho constitucional y todos los grados obtenidos mediante con honorífica en esta, nuestra Máxima Casa de Estudios, la UNAM ”, señalaba el candidato Guerrero al inicio de su campaña en un video de TikTok que se volvió viral e insertó su nombre entre la población.

En entrevista con EMEEQUIS, el doctor en Derecho por la UNAM plantea llevar la Suprema Corte fuera de sus muros para sesionar en universidades y espacios públicos. Defiende el uso de Inteligencia Artificial como herramienta de apoyo —no de sustitución— y asegura que su objetivo es que ningún ciudadano necesite intérpretes para entender un fallo judicial. “Quiero ser el ministro de la inclusión”, dice.

–¿Cuál ha sido su experiencia en el ámbito jurídico y cómo ha moldeado su perspectiva sobre la justicia?

–ARG: Ha sido desde dos enfoques. En el ámbito profesional, empecé desde abajo, cosiendo expedientes, fui secretario auxiliar, secretario de estudio y cuenta, director de jurisprudencia. Después, ya en colegiados, tuve la oportunidad de ser comisionado y comisionado presidente del INFO de la Ciudad de México. En el ámbito académico, soy profesor universitario desde hace más de 10 años. Mis clases han sido sobre derechos humanos y derecho constitucional. Soy egresado de la UNAM, donde cursé la licenciatura, la especialidad, la maestría y el doctorado. Me describo, principalmente, como un apasionado de la Constitución.

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–¿Qué desafíos han marcado su carrera profesional y qué propone hacer diferente?

–ARG: He enfrentado principalmente resistencias a los cambios. Por ejemplo, cuando fui comisionado presidente del INFO de la CDMX, impulsamos una transformación importante: llevar las sesiones públicas a plazas públicas, universidades y hasta al Metro. Eso implicó romper inercias, salir de la zona de confort institucional. 

“Y hoy propongo que la Suprema Corte pueda sesionar en distintos estados de la República, ya sea en espacios públicos o en universidades. No se trata sólo de un cambio simbólico, sino de mostrar cercanía con la ciudadanía y de enviar un mensaje contundente: la justicia también debe salir de sus muros.

“Además, quiero impulsar un programa llamado Justicia en tu lengua, cuyo principal objetivo es lograr que el derecho se comunique en las 68 lenguas que se hablan en nuestro país, con todas sus variantes. No se trata sólo de traducir la Constitución, sino también las leyes y los principales criterios jurisprudenciales. El derecho debe ser accesible en todos los sentidos”.

–¿Cómo garantizaría la independencia e imparcialidad de sus decisiones en caso de llegar a la Corte, en un contexto de presiones externas?

–ARG: Creo firmemente que la clave está en la transparencia. Esa será la base de nuestro actuar. A partir de la reforma constitucional en materia de transparencia de 2019, existe la obligación de hacer públicas todas las sentencias del Poder Judicial. Pero no basta con publicarlas: propongo incorporar herramientas de inteligencia artificial que nos permitan determinar si un juez, magistrado o ministro está siendo congruente en sus criterios. Es decir, si aplica un criterio similar a casos similares. Eso ayudará a erradicar cualquier tipo de suspicacia en torno al comportamiento judicial.

–¿Cuáles considera que son los principales desafíos que enfrentará la Suprema Corte?

–ARG: El principal desafío será lograr un cambio en la percepción ciudadana sobre los ministros y ministras. Incluso quienes estudiamos derecho, cuando somos estudiantes, vemos al ministro como una figura lejana, casi divina. Pero eso debe cambiar. Quienes integramos la Corte también somos servidores públicos, y como tales, nos debemos a la sociedad. La justicia debe estar más cerca de la gente. Eso no significa abandonar el rigor técnico; significa comunicarlo mejor.

–¿Qué propone para fortalecer la confianza pública en el Poder Judicial?

–ARG: La clave está en la cercanía. En lograr que la ciudadanía vea a los ministros como servidores públicos y no como figuras inalcanzables. Y, sobre todo, en mejorar la forma en la que comunicamos nuestras sentencias. En mis resoluciones, desde la primera página, habrá un resumen claro de los argumentos principales. No puede ser que una sentencia tenga 200 páginas y que solo hasta la última se entienda el sentido de la decisión. El derecho debe ser comprensible. Yo lo llamo “el derecho a entender el derecho”.

–¿Cómo integrar la perspectiva de género y los derechos humanos en las resoluciones de la Corte?

–ARG: Los protocolos como el de juzgar con perspectiva de género han sido muy útiles y hay que seguir perfeccionándolos. Pero además propongo incorporar sentencias en formato de lectura fácil, especialmente para personas con discapacidad. El juez, el magistrado, el ministro, hablan a través de sus sentencias. Y si estas no son entendibles, no están cumpliendo con su función. Hay que comunicar mejor. Por eso, insisto: desde la primera página, mis sentencias tendrán un resumen claro y preciso. Solo así podemos materializar ese derecho a entender el derecho.

–¿Cuál sería su legado si llegara a la Suprema Corte? ¿Y por qué votar por usted?

–ARG: Me gustaría dejar un legado de innovación y tecnología, como lo hice en el INFO de la Ciudad de México. Allí logramos que una solicitud de acceso a la información —que por ley debe responderse en nueve días— pudiera contestarse con apoyo de inteligencia artificial en tan solo nueve segundos. Creo profundamente en el uso de la tecnología como herramienta. Eso sí, lo aclaro: no quiero una justicia artificial, no quiero una Corte artificial, ni ministros artificiales. No se trata de sustituir al juez ni al secretario de estudio y cuenta con un robot. Se trata de usar la tecnología como apoyo, para agilizar procesos.

“El fondo de una sentencia debe ser estudiado siempre por un ser humano, discutido por el ministro. Pero podemos tener una transformación digital que agilice, que haga más accesible la justicia, y que nos permita ser más eficientes.

“Sí quiero ser un ministro de inclusión, un ministro de la transparencia, pero también un ministro que sepa aprovechar las nuevas herramientas tecnológicas”.

@Sandra_Romandia