Autoridades informaron de la balacera de ayer por el caso de Sandra Domínguez, pero no dijeron si la encontraron o si tienen pistas de su paradero. Su madre exige respuestas.
López Castro, triste realidad
Nadie esperaba que Cynthia López Castro cambiara el curso de la historia o que se convirtiera en una revelación parlamentaria, lo único que se le exigía era la mínima coherencia.
Autoridades informaron de la balacera de ayer por el caso de Sandra Domínguez, pero no dijeron si la encontraron o si tienen pistas de su paradero. Su madre exige respuestas.
¿Hacen falta mejores candidatos en la oposición? Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Cynthia López Castro solo tenía un mandato relevante de quienes votaron por la coalición que la postuló: oponerse a las reformas contrarias al equilibrio de poderes y la democracia.
Nadie esperaba que cambiara el curso de la historia o que se convirtiera en una revelación parlamentaria, lo único que se le exigía era la mínima coherencia.
Quizá en lo que fue la sesión más importante para su carrera política, cuando se definía la barbaridad de la “supremacía constitucional”, optó por salir del recinto senatorial arguyendo “una baja en la presión”. Para su mala o buena suerte, pronto lo sabremos, olvidó consultar su teléfono celular o tenerlo a mano.
¿Su presencia había cambiado algo? Es debatible, pero su huida mandó un mensaje comprometedor y lamentable, afectando a su bancada, la del PRI.
Ofreció disculpas en un video, prometió que no traicionaría a quienes la respaldaron, pero días después renunció a su partido porque ya no podía “sentirse cómoda” y de paso se dijo “linchada”.
En efecto, las críticas por su actitud fueron agrias, muchas de ellas improcedentes, pero que permiten apreciar el descontento que generan quienes no tienen firmeza en sus convicciones.
¿Se irá a Morena? En el fondo eso ya es irrelevante, porque sólo abultó a las defecciones ya consolidadas de dos experredistas y un panista.
El problema es que abona al descrédito de la política y muestra cómo la mala selección de candidaturas es parte toral de lo que ocurrirá con posterioridad.
Esto es central, porque se sabía que luego de las elecciones, más allá de sus resultados, las cosas se pondrían difíciles y sobre todo si Morena y sus aliados obtenían la mayoría para cambiar la Constitución.
Por ello, en los lugares con posibilidades de triunfo electoral, la oposición debió postular a personajes sólidos, como roca de granito.
Había mucho mejores cuadros entre los partidos que conformaron Fuerza y Corazón por México y se pudo buscar, inclusive, algún personaje de la sociedad civil que sí hiciera la diferencia, que acarreara votos y que luego no se doblara a las primeras de cambio.
En los hechos, López Castro es senadora por la Ciudad de México, porque contendió bajo los colores del PAN, PRI y PRD. Nada en su trayectoria indicaba que fuera una crack capaz de disputar el lugar de la primera fórmula a Omar García Harfuch y Ernestina Godoy.
López Castro presume de los votos que alcanzó, 2 millones 12 mil, 534. No eran de ella. El PAN le proporcionó un millón 164 mil 416, mientras el PRI 491 mil 422 y el PRD 173 mil sufragios.
Hay que tomar en consideración que el candidato a la jefatura de Gobierno, Santiago Taboada, alcanzó los 2 millones 161 mil 591 votos.
Estas pequeñas diferencias son las que llevaron a la catástrofe al PRD, donde cada apoyo era muy relevante para no perder el registro.
Es senadora porque el que era su partido, el PRI, supo negociar los espacios en la capital del país.
Y, todavía más relevante, porque confiaron en ella para colocarla en una posición desde la cuál representaría a la propia Ciudad de México y a un electorado aguerrido y decidido a defender la democracia y a instituciones como el INE y la Suprema Corte.
Eso es lo agraviante, lo que mueve al disgusto y por momentos desalienta. Sí, el país vive horas inciertas y por eso es más apremiante que quienes tienen responsabilidades legislativas resistan.
Por ello, López Castro necesitaría de mucha desfachatez para creer que ese apoyo es trasladable y que lo que hizo no debe tener consecuencias políticas aún más profundas.
Ya fue expulsada del PRI y su bancada, donde Alejandro Moreno dejó muy claro que existía una instrucción precisa de votar contra la “supremacía constitucional”, más allá de que la oposición ya no cuente con la fuerza para detener semejantes despropósitos.
Por desgracia, y siendo objetivos, la oposición es más pequeña que hace unos días.
@jandradej