La ciudad de las pintas: ¿“Palestina libre” en el Hemiciclo a Juárez?

EMEEQUIS.-  En la faz de la Ciudad de México, se puede ver la gota de mármol y vidrio al lado de la Alameda: el Palacio de Bellas Artes. Tanto este monumento histórico como otros que se alzan dentro del perímetro del Centro Histórico forman parte de la entidad simbólica de la nación, pero también del tiempo que transcurre frente al desarrollo de las protestas sociales por los más diversos temas: la equidad de género, la lucha por la democracia o la violencia que ha arrebatado a miles de personas de sus familias en ya cuatro sexenios.

Precisamente, ese caudal de historia que fluye ante los ojos de millones de capitalinos también convive con las expresiones urbanas que comunican, en paredes pintadas, lo que piensa la gente (casi siempre joven) sobre su contexto político actual, desde una trinchera visual y literaria.. 

En esas paredes cabe el rostro de la guerra, y en esa guerra, el de la desaparición, y en esa desaparición, el del coraje, que los símbolos apenas arañan.

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Hace unos meses recorrí parte de Bellas Artes y dejé una estampa sobre política en uno de los muros de madera que pusieron para hacer remodelaciones al edificio. Fue para recordar un poco el tipo de crisis millennial que se desarrolla en medio de la violencia, el avance de la ultraderecha y los vacíos que se presentan por ahí. En ese experimento breve e infantil, pude ver algunas de las consignas que se colocan sobre las vallas y paredes que se levantan cada vez más frecuentemente frente a los hechos históricos en el corazón de México.

Por esos tiempos vi las vallas que han rodeado el Palacio Postal, frente al Museo Nacional de Arte, que son testigos de las marchas feministas por el 8M y otras fechas donde miles de mujeres exigen justicia frente a los atropellos de la violencia machista y la negligencia del gobierno. En una de esas paredes de metal azulado, oxidado, se puede leer: 

NORMA THELMA ISABEL ♀️

Luego de la toma de protesta de Claudia Sheinbaum y de Clara Brugada, Palacio Nacional luce libre de esas murallas. Al contrario, el Zócalo (en el momento del recorrido) se preparaba para el concierto de Fito Páez. 

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Sin embargo, con una ciudad sin marchas a la vista, resalta en este 2025 que el Hemiciclo a Juárez, uno de los monumentos más queridos del expresidente Andrés Manuel López Obrador, siga amurallado. Las labores de restauración han durado tanto que la comunidad de la Cuauhtémoc ha vuelto de lugar un doble monumento: de consignas políticas, a la par de la gloria juarista. 

En esas vallas permanece la imagen de “¡VIVA PALESTINA LIBRE!”. Un mensaje a miles de kilómetros de Gaza, territorio en el que el gobierno de Netanyahu ha desatado un infierno: en tejados, monumentos históricos, infraestructura y sobre la piel y los ojos de la población civil, en un genocidio reconocido ya por varias instituciones de renombre, como Amnistía Internacional. 

Entre los grafitis oxidados hay un rostro infantil que observa con un ojo enorme, del que salen raíces que llegan hasta el piso. Su cara está cortada por una sombra y parece mirar ligeramente hacia arriba.

En una de las láminas inferiores aparecen nombres como ÉRIKA, MARÍA y JACQUELINE, y encima de ellas la palabra CALLE. Tal vez sean parte de las marchas feministas que cruzan la ciudad algunas veces al año. 

A veces hay expresiones más sencillas, menos políticas, como un pequeño personaje de videojuego Among Us, que discretamente se acomoda en las vallas metálicas. 

Como no falta nunca en el imaginario de las protestas, aparece el símbolo de +43, que recuerda la desaparición forzada de los estudiantes de la normal Ayotzinapa en 2014 por parte de policías municipales, miembros del ejército y sicarios. Su destino sigue siendo incierto, aunque las investigaciones han erosionado poco a poco la mal llamada “verdad histórica” y el carpetazo que el gobierno del ex presidente Andrés Manuel López Obrador ha intentado dar al caso.

No faltan las denuncias, como la que dice: “SANTIAGO SILVA VIOLADOR”, escrita en letras moradas, color que ha acompañado a las marchas feministas. Esa pinta descansa junto a una “bomba” de graffiti cortada (bomba es un término usado para describir el estilo de ciertas pintas en el mundo del arte urbano). 

Otra estampa reza: “EL AGUA SE ESTÁ ACABANDO”, entre firmas y bombas colapsadas de grafiteros mexas. En la Ciudad de México y otras partes del país, la crisis hídrica acerca cada vez más a los ciudadanos al día cero, mientras el sistema Cutzamala se seca y aumentan los estragos del cambio climático. 

Cerca de esa denuncia, como una defensa de las libertades sexogenéricas, hay una consigna que proclama: “LAS LESBIANAS EN RESISTENCIA”. Los grupos invisibilizados siguen ahí, alzando la voz entre el bullicio de la Alameda.

Al final, yo dibujo unas letras con un plumón, pidiendo: “Que nadie se orine aquí”. Repito un par de veces el nombre de Palestina, pongo mi firma y me alejo por los caminos iluminados y de mármol. El mármol no quema, como en los días de sol, sino que es fresco al lado de la cúpula del Palacio, donde se ven las mantas de protesta del mercado feminista y los caballos alados. Uno de ellos apunta con su mano a la hora tardía en el reloj de la Torre Latinoamericana. La noche continuará. 

@Ciudadelblues