Claudia Sheinbaum promovió a José María Tapia en 2024 como candidato en Querétaro, a pesar de acusaciones de malgastar dinero del Fonden en casinos. Hoy, la Presidenta evita profundizar sobre el caso, mientras Morena y PVEM se deslindan del polémico ex funcionario. La situación pone en evidencia contradicciones y tensiones políticas tras la campaña oficialista
Trump, el bombero del mundo: su reunión con Putin y el Nobel 2026
“En Gaza presionó a Israel para aceptar el acuerdo y a Hamás a través de Turquía y Qatar, pero en Ucrania no hay forma de aplicar la misma lógica”, advierte la analista Brenda Estefan sobre la próxima reunión entre Trump y Putin en Budapest.
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No ganó en 2025 pero ya hace méritos para 2026.
EMEEQUIS.– Donald Trump parece decidido a construir su camino hacia el Premio Nobel de la Paz 2026 y lo hace a su manera: a golpe de llamadas “muy productivas”, anuncios en su red social Truth Social y movimientos diplomáticos que mezclan cálculo político, show mediático y un interés genuino y estratégicamente medido por terminar guerras que aún marcan el tablero global.
Este año no logró el premio Nobel de la Paz que tanto anhelaba y por el cual en las últimas semanas hizo una campaña en la que todos sus simpatizantes se subieron. Incluso bromeó con que María Corina Machado, la ganadora, debería de dárselo a él. Sin embargo, reconoció que el premio se basa en logros del año inmediato anterior, cuando él estaba en plena campaña presidencial, por lo que frenar la guerra de Gaza no contó.
Ahora, todo indica que emprende una nueva estrategia, pero no cambia la meta. El último paso en esa ruta es el anuncio de una reunión con Vladímir Putin en Budapest, Hungría: “Para ver si podemos poner fin a esta guerra ignominiosa entre Rusia y Ucrania”, escribió el presidente estadounidense este jueves en sus redes, tras mantener una conversación telefónica de dos horas con el líder ruso.
En ese mismo mensaje, Trump aseguró que “se hizo un gran progreso” hacia la paz y reveló que Putin lo felicitó por su “gran logro” en Medio Oriente: el alto el fuego en Gaza, negociado bajo presión estadounidense.
Todo parece indicar que Trump se quiere convertir en un bombero que apaga conflictos bélicos y con esa bandera llegar a obtener el premio en el 2026.
DE GAZA A UCRANIA: LA RUTA HACIA EL NOBEL
Para la analista internacional Brenda Estefan, este nuevo impulso diplomático no es casual. “Después de su éxito en Gaza, aunque aún es un éxito parcial, porque se trata de un frágil cese al fuego, parece que Trump se siente motivado a tomar acción en el tema de Ucrania”, explica.
Estefan advierte que la situación ucraniana “es mucho más difícil”, pues mientras en Medio Oriente la presión estadounidense bastó para contener a Israel y Hamas, en Europa del Este Trump enfrenta a un Putin que no cede a los incentivos ni a las amenazas. “Imponer la paz por la fuerza es parte del problema con Trump”, señala la especialista. “En Gaza presionó a Israel para aceptar el acuerdo y a Hamás a través de Turquía y Qatar, pero en Ucrania no hay forma de aplicar la misma lógica: Putin no se guía por quién tiene más fuerza, sino por una visión geopolítica y nacionalista que no admite concesiones”.
TRUMPMANIA
Aún no hay fecha, pero Trump ha indicado que la reunión podría ocurrir “dentro de dos semanas aproximadamente” o “próximamente”, mientras que Putin ha confirmado que será en las “próximas dos semanas”.
Esta sería la segunda cumbre presencial entre ambos, tras la de agosto de 2025 en Alaska, que no logró avances concretos.
Hungría (bajo el liderazgo del premier Viktor Orbán, el aliado más cercano del Kremlin en la Unión Europea) ha sido elegida como sede. Antes, los equipos diplomáticos de ambos países sostendrán una reunión preliminar encabezada por el secretario de Estado, Marco Rubio.
Desde que comenzó a promover el alto el fuego en Gaza, su equipo de campaña difundió imágenes con la leyenda “El presidente de la Paz”, mientras su hijo Eric ha publicó encuestas preguntando si Trump merece el Premio Nobel. Sin embargo, llegó tarde a la carrera, pues las postulaciones se habían cerrado desde enero.
“Claramente lo buscaba”, afirma Estefan. “No me sorprendería que apunte a recibirlo en 2026. Este reconocimiento internacional le ha servido para presentarse como un líder global eficaz, sobre todo tras los primeros avances del acuerdo en Gaza: la liberación de rehenes, la entrada de ayuda humanitaria y la reducción de ataques. Esos logros visibles le dieron aire y popularidad, sobre todo en Israel, donde hay una auténtica Trumpmanía”.
La estrategia de Trump combina pragmatismo y espectáculo. Según la analista, tanto líderes como adversarios han aprendido a leer su debilidad: la necesidad de ser reconocido como un gran estadista. “Putin incluso llegó a decir que Trump merecía el Nobel, en parte para compararlo con María Corina Machado, la galardonada de este año, y al mismo tiempo criticar al Comité Noruego por premiar a una figura opositora a Maduro”, explica Estefan.
La lectura es doble: “Por un lado, halagarlo es una forma de comprometerse con ciertas agendas, como la venezolana o la ucraniana; y por otro, alimentar su narrativa de que está cambiando el mundo”.
Esa narrativa, sin embargo, tiene grietas, no es sólida y tanto los acuerdo de paz como su camino al Nobel pueden derrumbarse en segundos.
En uno de sus mensajes recientes, el propio Trump advirtió que “si los de Hamás no paran de matar gente, entraremos a matarlos”. Una frase difícil de conciliar con el perfil de un pacificador global. “No necesariamente es el mensaje que uno esperaría de alguien que busca el Nobel de la Paz”, menciona la especialista.
UCRANIA, EL MAYOR RETO
Estefan apunta que la negociación con Rusia será la verdadera prueba. “Trump pensó que por las buenas podría convencer a Putin. Lo invitó a Alaska, lo trató bien, le dio la razón en algunos puntos e incluso le ofreció una visión tipo real estate, como si negociara terrenos frente al mar. Pero se topó con la pared. Putin no ha movido un ápice sus exigencias. Su lógica no es la del trato, sino la de la historia y la fuerza”.
Por ello, Trump ha decidido redoblar la presión, insinuando la posibilidad de entregar misiles Tomahawk a Ucrania, una medida que Moscú ya advirtió podría llevar el conflicto a “un nuevo nivel de escalada”. La llamada de esta semana, calificada como “constructiva”, sugiere que el presidente estadounidense busca mantener abierta la puerta del diálogo, aunque el riesgo de tensiones mayores sigue latente.
Mientras tanto, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky observa el movimiento con cautela. Según Estefan, “Zelensky ve una rendija de oportunidad para volver a comprometer a Trump con el esfuerzo por generar la paz. Sabe que el tema ucraniano no entusiasma a la Casa Blanca, que prefiere concentrarse en su rivalidad con China. Pero una mediación exitosa podría devolver a Washington el protagonismo en Europa”.
CONSTRUYE SU CAMINO AL PREMIO
La “agenda de la paz” ha reconfigurado el discurso de Trump. Desde Gaza hasta Budapest, el republicano ha tejido un relato que combina gestos diplomáticos, mensajes mesiánicos y una estrategia comunicacional milimétrica.
Para Brenda Estefan, el desenlace dependerá de si logra convertir sus ceses al fuego en procesos duraderos. “Si esto termina siendo una tregua de unos días y después se vuelven a agarrar a tiros, no podrá presentarlo como un verdadero éxito”, afirma. “Si en cambio logra sostener la paz en Gaza y avanzar en Ucrania, entonces sí podría tener una candidatura sólida al Nobel 2026”.
El premio, al final, parece un trofeo personal: la validación simbólica que Trump busca para consagrarse no solo como presidente de Estados Unidos, sino como el gran negociador global, el mesías de la paz.
@MarRome259