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Ovidio Guzmán, siempre llega la hora

El descalabro del 17 de octubre de 2019 fue un agravio para los militares que no lo pudieron dejar pasar. Tardaron poco más de tres años para lograrlo, pero al fin detuvieron a Ovidio Guzmán López, hijo de “El Chapo”, actual líder del cártel de Sinaloa que quizás se creyó su propia leyenda sintiéndose intocable

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CONFIDENTE EMEEQUIS

EMEEQUIS. El agravio para los militares era muy grande como para dejarlo pasar. Ovidio Guzmán nunca dejó de ser uno de sus objetivos prioritarios en la estrategia de seguridad pública.

Se tardaron poco más de tres años, pero lograron reaprehenderlo y también en Culiacán.  La paciencia rinde resultados.

Durante seis meses, grupos de inteligencia de las Fuerzas Armadas hicieron trabajo en el área de influencia de Ovidio y su grupo, Los Menores, una de las afluentes del cártel de Sinaloa. 

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Lo capturaron en Jesús María, una zona rural de la capital sinaloense, donde el capo se sentía seguro y contaba con protección. Los narcotraficantes aprovechan la densidad criminal e inclusive la cultura y la rutina de poblaciones y autoridades que suelen tolerarlos y hasta protegerlos.

A finales del año pasado, las celebraciones de la fundación de la capital de Sinaloa culminaron con una imagen de El Chapo, en pantallas gigantes, lo que da pistas de la confusión y hasta la colusión que ha imperado a lo largo de los años. 

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Esto lo sabían los militares y por ello fueron cuidadosos y pudieron actuar cuando detectaron un convoy de camionetas, algunas de ellas con blindaje artesanal. Desde ese momento es que se coordinaron esfuerzos desde la Novena Zona Militar.

Los soldados tuvieron que actuar en dos sentidos, operativamente para capturar a Ovidio y estratégicamente para proteger a la población y a los puntos susceptibles de ser atacados por las células del grupo criminal cuando se percataran que su jefe estaba detenido. 

Nadie quería un descalabro como el 17 de octubre de 2019, cuando tuvieron que dejarlo en libertad, para evitar daños mayores en la población, ya que los sicarios de Ovidio tuvieron el tiempo y los reflejos para montar un operativo que abortara la detención, como ocurrió.

Es probable que Ovidio se haya creído su propia leyenda, sintiéndose intocable y además haciendo alarde de ello. Hasta un corrido le compusieron, “Soy el Ratón”, donde inclusive se dan pormenores del “Culiacanazo”. 

Al igual que a su padre, Ovidio cayó en su propia tierra, lo que da cuenta de que no hay límites cuando la fuerza del estado se utiliza de manera eficiente y con el propósito de hacer valer la legalidad.

Pero nada de esto resultó sencillo, y en Culiacán se vivieron horas de angustia, porque comandos del cártel de Sinaloa realizaron al menos 19 bloqueos, entre ellos los de acceso a la ciudad. Quemaron vehículos e inclusive dispararon contra un avión de Aeroméxico que estaba por despegar.   

El contraste con el 2019 es evidente. Lo reconoce el gobernador Rubén Rocha, quien señala que nunca se perdió el control de la situación y las Fuerzas Armadas tenían claridad de lo que había que hacer y estuvieron preparadas para los ataques que se iban a desatar.  Los riegos eran altos, por supuesto, pero la anticipación permitió que se llegara al objetivo.

La detención de Ovidio es un golpe contundente al Cártel de Sinaloa y moverá todo el tablero de alianzas en el crimen organizado. 

Se da, además, en una coyuntura envidiable, a unos días de la vista del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Una casualidad muy provechosa para el gobierno del presidente López Obrador.

Conviene tener presente que las autoridades al norte del Río Bravo lo reclaman por delitos relacionados con el contrabando de drogas, junto con sus hermano, Alfredo y Archivaldo Guzmán. Hay una recompensa de 5 millones de dólares para quien proporcione información que lleve a su captura y están señalados por la Oficina para el Control de Activos Extranjeros. 

Pero es, ante todo, un éxito del Ejército que no se les debe regatear, porque sacar de la jugada a un capo como Ovidio sí significará una mejora en términos de seguridad, porque su grupo se va a debilitar y eso puede ser aprovechado para contrarrestar la violencia que impera en el estado de Sinaloa y en otras regiones del país. 

Capturado Ovidio y con El Chapo en una prisión de Máxima Seguridad en Nueva York, es probable que inicie el declive de esa afluente de uno de los grupos criminales más poderosos de la historia y con ramificaciones de carácter internacional. 

Seguramente el sucesor de Ovidio, quien quiera que sea, ya se está preparado para tomar el relevo, porque los mercados ilícitos no detienen su funcionamiento, pero este jueves hay que celebrar lo ocurrido.

 @jandradej

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