"No es justo que, por la acción de ‘seudo servidores públicos’, se manche la reputación del instituto", afirma la comisionada del INAI sobre el escándalo de la Femexfut.
Los policías federales, la guerra contra La Tuta
La Policía Federal logró desarticular a la Familia Michoacana, pero ahora, desafortunadamente, se está experimentando una vuelta al dominio criminal, como se puede constatar en las extorsiones de aguacateros, limoneros y el cobro de piso a pequeños comercios.
"No es justo que, por la acción de ‘seudo servidores públicos’, se manche la reputación del instituto", afirma la comisionada del INAI sobre el escándalo de la Femexfut.
Muchas bajas costó someter a La Tuta. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La Policía Federal (PF) celebraba su día el 13 de julio. La fecha, de alto simbolismo, venía un hecho terrible: el asesinato de 12 agentes ocurrido en esa fecha, pero de 2009.
Los oficiales habían logrado infiltrar al grupo cercano de Servando Gómez “La Tuta”, estableciendo vigilancia y obteniendo información, pero fueron descubiertos y el líder de la Familia Michoacana ordenó que los torturaran y ejecutaran.
Seis años después, en el kilómetro 188 de la carretera de Nueva Italia a Lázaro Cárdenas, en Michoacán, el comisionado de la PF, Enrique Galindo, les rindió homenaje a sus compañeros. Era marzo de 2015, y “La Tuta” ya se encontraba en una prisión de alta seguridad, luego de un largo y exitoso operativo con el que se logró su captura en Morelia.
En la soledad de esos caminos, cercanos a La Huacana, se mostró que la lucha contra el crimen tenía un alto costo, que se reflejaba en la pérdida de vidas de los policías, pero también que, cuando existía la voluntad, los bandidos terminaban, tarde o temprano, por tener que rendir cuentas ante la justicia.
Desmontar a la estructura de La Familia Michoacana y sobre todo despojarlos del control territorial que ejercían fue una tarea ardua. Se logró en parte, pero desde hace algunos años se está experimentando, por desgracia, una vuelta a la preeminencia criminal, como se puede constatar en las extorsiones que sufren los aguacateros, limoneros y que se extiende al cobro de piso en pequeños comercios.
Es inquietante lo que sucede, pero acaso sea parte de los círculos que genera la violencia y que se acentúan en el tiempo por la impunidad.
Por eso importa recordar el día del policía federal, porque lejos de la propaganda negativa que ahora impera, la que confunde responsabilidades individuales con colectivas, hay datos que indican que se estaba en la vía correcta al insistir en profesionalizar a los responsables de combatir a la inseguridad en las primeras trincheras y las de mayor contacto con la ciudadanía.
La PF ya no existe. La disolvió el actual gobierno en la idea de que la seguridad pública debe ser una tarea de los militares y no de los civiles. El error es grande, pero ya no se resolverá, al menos en los próximos años.
Pero las cosas no están funcionando. En la Universidad Iberoamericana, en el Programa de Seguridad Ciudadana, analizaron los datos sobre la Guardia Nacional y llegaron a la conclusión de que es menos eficiente que las policías estatales e inclusive que las tropas del Ejército.
“Si el valor de la Guardia Nacional consiste en su presencia disuasiva y reactiva, la realidad es que mantiene un rol de seguridad pública cada vez más débil, siendo principalmente utilizada en tareas de prioridad a nivel nacional como la atención al robo de combustible, criminalización a la migración irregular o servicio en aduanas”, explica Samuel Storr.
La Policía Estatal Preventiva detiene 23 veces más personas que la Guardia Nacional. Un dato interesante es que los locales participan más en el combate al narcomenudeo, e inclusive de los delitos en materia de armas, que lo que hace la corporación militarizada.
Es probable que la Guardia Nacional nunca haya dejado ser una subsidiaria de los despliegues que hace el propio Ejército, porque nunca hubo la intención de construir y consolidar una visión policiaca en las tareas de seguridad pública.
Esto implica desafíos de diverso orden, los que se profundizarán una vez que el carácter militar de la Guardia Nacional sea llevado a la Constitución, para despojarla de cualquier ropaje civil.
Quizá no se haya analizado con amplitud lo que esta renuncia al orden civil terminará por significar.
Pero en todo caso, el reto será el de dar resultados, porque en asuntos que tienen que ver con la seguridad pública, la realidad siempre se impone.
Quizá sea utópico, pero ojalá algún día se celebre el día del policía federal y exista una institución en dónde hacerlo.
@jandradej